Me gusta practicar yoga en mi terraza justo después de haber caminado con Yoko en el bosque. Mi terraza es casi imperceptible. Mide tres metros por tres metros y esta ligeramente levantada, tan solo un par de centímetros, del nivel del jardín. Mi terraza es una plancha, cubierta con el mismo ladrillo que el interior de mi cuarto básico. Es un cuarto al exterior sin paredes. Una banca esculpida de tronco de árbol le da contención al frente paralelo al cuarto.
Si mi cuarto básico se siente comprimido y robusto, la terraza es esbelta y ligera. Es ahí donde me preparo a hacer mi práctica de yoga. Abro la gran puerta de mi cuarto básico para que el interior se ventile. La puerta abierta me protege del viento del Norte. Pongo música, últimamente, algo de Noto y Sakamoto. Yoko aprovecha que la puerta esta abierta para oler cada rincón del jardín. Antes de colorar mi tapete sobre el ladrillo, voy al cuarto de servicio por la escoba. Verán, barrer y trapear deben estar en lo más alto en las actividades de limpieza que tengo que hacer por lo menos una vez a la semana. Si por mi fuera, si mi cuarto no estuviera tan expuesto al bosque, me esperaría a la visita semanal de la señora de limpieza. Pero en mi terreno tengo unos arboles enormes que no dejan de tirar hojas. Se podría decir que en vez de pasto tengo hojas en el piso de mi jardín. Ellas cubren, casi por completo, la tierra de mi jardín. Cada quince días, me veo en la necesidad de peinar el jardín y jalar la mayor cantidad de hojas posibles al borde de mi barda perimetral y sirvan de composta a las plantas que tengo ahí. He plantado al borde de mi barda una serie de jazmines en fila que espero que para el próximo año ya se hayan desbordado y cubran la cara exterior de la barda.
Últimamente, le he encontrado placer a barrer mi terraza justo antes de practicar yoga. Solo disfruto barrer mi terraza y solo antes del yoga. En esos breves minutos, me siento como un monje Budista. Siento que por ese instante estoy limpiando algo más que una superficie de ladrillo. Cada hoja, un pensamiento pasajero. Me siento a mi mismo haciendo espacio; Me siento haciéndome espacio. Cada movimiento de la escoba es ya una Asana. Barro al ritmo de mi respiración. Ahí, estoy presente.